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Una música contagiosa, un ritmo eléctrico nacido en las piernas de LeBron James y Dwyane Wade se vio detenido por una orden simple, directa, procedente de Doc Rivers, en el banco de suplentes de Boston Celtics.
Rivers, sin hacer demasiado, le colocó un cascabel a la cabeza de la serpiente. Una defensa zonal básica lanzada en el tercer cuarto -ordenada, es cierto, pero no más que eso- le permitió a la visita meterse en partido cuando todo parecía indicar que llegaba otra paliza de los surfers de South Beach.
Por un momento debemos sacarnos de encima esos alley oops en transición del Heat, que demuestra que es, junto a Oklahoma City Thunder, las únicas franquicias en la NBA que pueden correr y anotar puntos por encima del aro. En transición, son un grupo de trapecistas rusos en un espectáculo de primer nivel.
El problema llega cuando el balón se detiene ante una defensa estática.
El Heat es un equipo creado y desarrollado en el juego de uno contra uno. Más allá del excelente trabajo del novato Norris Cole -anotó 20 puntos, 14 en el último cuarto- se nota que todavía sienten la falta de un base y un centro natural, posiciones clave para poder exprimir las ventajas de una defensa zonal.
En el juego hombre a hombre, no existe equipo en la NBA con el talento de Miami Heat. James y Wade forman un cóctel explosivo, se divierten como dos adolescentes en una cancha de playground; el martes, en el American Airlines Arena, tuvieron al menos cinco jugadas para las diez mejores en el segundo cuarto. Lo raro, entonces, llegó después.
Atacando a la zona, la situación cambió bastante. El Heat tuvo un 27.3 por ciento de jugadas ante este tipo de defensa, con 28.6% de efectividad de conversión, 0.54 puntos por jugada y 1-4 desde la tercera dimensión.
Hasta aquí, números elocuentes, pero... ¿Por qué le cuesta tanto a Miami imponer su talento ante una situación de juego semejante? Principalmente porque el ataque a una zona requiere desarrollar las mejores destrezas como equipo para encontrar el hueco justo en el momento adecuado. La materia del juego individual ya está superada, pero con la ausencia de base y centro de experiencia, el juego ante la zona puede necesitar un trabajo extra.
Ante la zona, se requiere, en primer lugar, una rotación fluida del balón. Casi como un equipo de rugby, el juego debe ir del lado fuerte al lado débil a una velocidad encima de la media, porque eso permite lanzamientos en libertad o penetraciones cuando la ayuda no llega a tiempo. Si esto no se hace de manera adecuada, todo el poder de James y Wade para penetrar en tierra de gigantes puede ser en vano, por la simple razón de que la materia es impenetrable.
El centro sirve como faro para recibir en sectores cercanos al aro. El objetivo de la defensa zonal es evitar el juego cerca del cesto con un mensaje claro: si quieres romper la zona, calibra la puntería. La rotación de balón mencionada anteriormente es el juego del perímetro, pero en la zona de internos el trabajo es diferente. Se requiere mucha movilidad. Una buena variante de ataque al cerrojo zonal es haciendo subir un hombre grande de abajo hacia arriba (al poste alto) para atacar de frente al aro o para permitir un corte rápido de algún perimetral con un pase lacerante. Con Chris Bosh no hay problema, pero con Joel Anthony y su juego ofensivo limitado, las soluciones tomarán algo más de tiempo.
La zona, además, se ejecuta para frenar el ritmo del juego y para evitar faltas innecesarias. Si pensamos en los Celtics, las dos cosas aplican a la perfección ante un rival como el Heat, que es muchísimo más veloz (promedia 102.5 posesiones por encuentro, muy por encima de su promedio de 2010-11 de 93.2 (21 en la NBA). Si sumamos que Boston tiene una línea frontal disminuída, vemos que este tipo de defensa luce como una obligación, más que una opción.
La defensa zonal de los Celtics se comenzó a aplicar en el tercer período. Comparto unos números del departamento de estadísticas de ESPN para que veamos dónde surgieron los problemas para Miami:
De todas las estrellas del equipo de Florida, fue el novato Cole fue quien mejor ejecutó en la ofensiva de mitad de cancha. Anotó 8-16 y sus mejores lanzamientos llegaron con tres minutos por jugar en el partido. De los 14 que convirtió en el período final, sólo dos vinieron por fuera de una ofensiva estacionada.
"Se ganó el respeto de los grandes", dijo el coach Erik Spoelstra. "Pese a haber estado un corto período de tiempo, tres semanas, todo pasa por el equipo. Es maduro... y les pasa la pelota. Siempre eres un jugador popular cuando encuentras a tus compañeros abiertos".
Cole tiene bien ganados los elogios, pero el triunfo no tiene que ocultar el problema. Por más que tapemos el sol con las manos, seguirá estando en el cielo.
Con la experiencia del martes por la noche, el Heat tiene que empezar a trabajar esquemas contra la zona. No puede depender de situaciones imprevistas ni de héroes impensados. Los Celtics, casi sin querer, desnudaron un problema recurrente de Miami -ya lo habían sufrido ante los Dallas Mavericks en las Finales pasadas-, que ahora intentarán aprovechar los asistentes técnicos de los otros equipos cuando observen el video.
Más vale afrontar los problemas temprano. Sin dudas, esta piedra en el camino se ve como el gran desafío del Heat para lo que viene.
Fácil para algunos, muy difícil para otros.
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