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Si los jugadores hubieran acordado con los dueños, hoy en día habrían cobrado 170 millones de dólares, tomando un punto de vista acumulado.
La realidad es que cuando en la mesa chica abundan las anteojeras, cuando las batallas se presentan como duelos del lejano oeste entre pistoleros orgullosos, se pierde de vista el foco de todo lo demás.
Hablamos en entregas anteriores de lo que estaba destinado a perder la NBA en cuestiones de exposición con este lockout. Años de propagar la imagen de la Liga a lo ancho y a lo largo del mundo, desde latinoamérica hasta China, para caer en un embudo de diferencias que sólo un grupo de abogados -muy bien pagos, por cierto- parecen destinados a resolver... algún día.
Imaginemos por un momento las postales de soledad. Los estadios vacíos, los estacionamientos sin actividad, la ausencia como un intangible de ubicuidad entre tantas cuentas por completar.
¿Qué puede pensar un vendedor, que está fuera de tránsito a las afueras del Madison Square Garden, acerca de las sumas ridículas que se ponen encima de la mesa? Según nos cuenta Ian Begley, para ESPNNewYork.com, mientras los dueños y jugadores se pelean por cómo dividir 4.3 billones de dólares, los trabajadores del estadio deben compensar los cheques perdidos: cada partido que no se juega de los Knicks significa entre 75 y 250 dólares perdidos por noche.
"Al final del día, es sobre dinero", dice la persona entrevistada en la nota, que prefirió el anonimato. "Se pelean por millones y billones, pero yo sólo trato de conseguir el dinero para darle de comer a mis hijos".
Veamos lo siguiente, siguiendo con el caso de los Knicks. Juan Galan es el líder de Unite Here Local 100. Su unión representa a los trabajadores del ámbito gastronómico y 700 de ellos trabajan en el estadio. Su preocupación radica en que, pese a que el MSG es el escenario por excelencia de muchos shows de elite, existe la chance de que trabajen menos de 900 horas por año, lo que los eximiría de los beneficios de seguro médico. Es cierto que se presentan unos 400 shows al año, pero recordemos que el estadio de los Knicks estuvo cerrado en el verano por renovaciones.
Entonces...
Los jugadores dicen que pelean por las generaciones futuras en la negociación del acuerdo colectivo, y eso es valorable, pero quizás insuficiente. Los dueños ponen amenazas de última hora con fechas límites que luego, obviamente, se extienden a tiempo extra por millones de razones.
La situación me recuerda a dos generales en un campo de batalla: pelean mano a mano los ejércitos, pero cuando la espada muestra su filo, ya no interesa todo lo que rodea al escenario. Hay que vencer al opositor hasta extinguirlo, y todo lo que sucede en el entorno son sólo medios para llegar a un fin que, al final del día, siempre resultará escaso en las pretensiones.
Ya se cancelaron 324 juegos de temporada -hasta el próximo 15 de diciembre, al menos-, lo que representa un 26% del calendario total. Quizás muchos de ustedes desconocen lo que los jugadores rechazaron, pero es momento de saberlo a fondo:
En 1995, se perdieron 74 partidos por lockout. En 1996, uno solo. En 1998-99, se perdieron 464 juegos -unos 32 por equipo- y duró 204 días. En el actual, por ahora, se han perdido 324, con un promedio de 21.6 por franquicia.
Algo más: en la comparación con 1998-99, ambos lockouts comenzaron el 1 de julio, se canceló la pretemporada el 24 de septiembre, se cancelaron partidos de serie regular a principio de octubre y, en el caso del antecedente inmediato, se solucionó el paro laboral el 6 de enero, tras 204 días de conflicto.
Hay veces que el ser humano se agarra de lo que puede, pero por lo visto la temporada todavía puede salvarse, pese a la inminente descertificación y demanda anti-monopolio que se viene como un viento arrasador, todo en manos de abogados.
Y ahora, lo más preocupante: ¿sabrán los jugadores lo que significa perder tiempo de juego desde lo deportivo? ¿Se darán cuenta que los dueños ponen la billetera y ellos el físico? Bien por aquellos que ya están jugando fuera de Estados Unidos -con todo el riesgo que eso supone, en cuanto a su imagen. Toc, toc, NBA: ¿qué pasa si una estrella de la Liga no termina siendo figura en un equipo europeo, por ejemplo? ¿Cómo se levanta eso? Ouch-, pero puede ser muy difícil para los veteranos que tiran sus últimos cartuchos.
Sólo algunos datos de color adicionales: Kobe Bryant está a 729 puntos de pasar a Shaquille O'Neal como quinto en la historia de anotación de la NBA. Con 38 robos más, Jason Kidd pasará a Michael Jordan -hoy un jugador con disfraz de dueño- como el segundo quitador de balones de la historia de la NBA. Ray Allen y Dirk Nowitzki necesitan algunos puntos para meterse en el Top 20 de la historia. Y Paul Pierce requiere 382 unidades más para pasar a Larry Bird como segundo anotador histórico de Boston Celtics, 128 robos para pasar al mismo hombre como robador histórico de la franquicia y 36 partidos más para ser, junto a Robert Parish y John Havlicek, los únicos jugadores en la historia en pasar los 1.000 partidos en Boston.
Todas estas marcas, muy cerca de quebrarse, podrían quedar en la orilla si la temporada termina siendo, como parece, muy corta. Y completamente nulas si es que se cancela.
"Se pelean por millones y billones, pero yo sólo trato de conseguir el dinero para darle de comer a mis hijos".
Detrás de las marquesinas, siempre se encuentra la otra historia.
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